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Israel y Murcia

  • Israel y Murcia

He leído con satisfacción las declaraciones del Sr Juan Marín, presidente de Proexport, sobre los recursos hídricos y el gran esfuerzo tecnológico que hace la agricultura murciana para aprovecharlos al máximo.

Por fin una voz que no se queja, sino que levanta acta de realismo, eficacia y proyección al futuro. Si Israel lo consiguió, con mayor razón lo puede hacer Murcia que, a pesar de todo, tiene más disponibilidad de agua que Israel.

El caso es muy interesante pues en superficie y población Murcia es 20 veces menor que Israel y afronta problemas muy parecidos a los de otras zonas mediterráneas algo menos áridas de Israel.

Estamos lejos de reciclar el 85% del agua o de aplicar a la agricultura el 50% del agua reciclada, factores que convirtieron el sector agrícola israelí en un gran motor económico del país. Sin duda hay vida más allá del trasvase del Tajo, no solo por la escasa incidencia del factor agua en el coste de producción - un 4,5% de los costes totales en el caso del Campo de Cartagena[1]- sino porque el esfuerzo tecnológico en eficiencia hídrica tiene una gran capacidad de trasladarse a otros aspectos del ciclo productivo y de comercialización.

No me cabe ninguna duda de que ese es el camino para la agricultura mediterránea: la eficiencia, el reciclaje y la desalación. Y puesto que no vamos a disponer de más agua dulce, hay que considerar los elementos comunes a cada uno de esos tres caminos: tecnología y energía.

La tecnología se obtiene con la combinación de conocimiento y financiación. La energía, habrá que plantearla en acciones que en el futuro contemplen alguno de los grandes activos mediterráneos: el sol, y en algunos lugares, el viento.

La regeneración de aguas en Israel está muy basada en el carbón y el petróleo. Aquí hay un gran campo en el que explorar sinergias entre el ciclo del agua y la transición energética. Sin duda Israel explora este terreno, pues el sol es, también allí, una gran fuente potencial de energía. La combinación de ciclos productivos de energía solar o eólica, su almacenamiento para desacoplar producción y uso, y su adaptación a la producción y uso de agua, suponen un apasionante reto tecnológico. Y un doble reto logístico: desacoplar el ciclo de producción y uso de energía y el ciclo de producción y uso del agua.

La relación entre el coste de los factores agua y energía y el de los productos agrícolas es escasa. No solo por la baja incidencia del coste del agua sino porque las reducciones significativas observadas últimamente en el coste de la energía y en el IPC, no han impedido la persistencia en el alza de los precios de los alimentos. La Organización de Consumidores ya ha observado que el precio de los alimentos ha seguido subiendo, indiferente a todo ello, hasta un 15%.

Ahora viene tiempo de elecciones municipales y autonómicas, mal momento para la reflexión territorial con mirada amplia y solidaria. Son tiempos aptos para la política de campanario en la que se impone la mirada corta e insolidaria, por irracional que sea. Ahí tenemos a los presidentes Castilla La Mancha, Valencia y Murcia guiñando el ojo a sus electores, y a sus respectivas oposiciones políticas contradiciendo a los líderes de sus propios partidos para no perder comba en el discurso electoral.

Esa es la gran diferencia con Israel. Allí el futuro hídrico se afronta como política de Estado y los esfuerzos técnicos, económicos y productivos preparan al país para el futuro desde hace muchos años. Aquí, hay disputas y pelea por la poca agua que todavía nos regala el ciclo natural en las cuencas mediterráneas. Como si en ello nos fuera la vida, cuando en realidad se trata de un tragicómico guiñol en el que se reparten palos a ciegas y se pierden energía y recursos para afrontar un futuro inevitable.

Queda por ver cómo se afronta la recuperación ambiental del Mar Menor y los acuíferos afectados. Más allá de las inversiones aportadas por las administraciones públicas, hay un coste de uso y mantenimiento del que apenas se ha oído hablar. ¿Cuánta agua del trasvase ha acabado contaminada de agroquímicos en esos acuíferos?

Leo en iAgua que hay tecnología para tratar el problema de los nitratos en el Mar Menor, pues logra eliminar por encima del 95% y que su coste operativo por m3 de agua tratada está por debajo de los 0,10 €. Estoy convencido de que ese coste no es capaz de hundir ningún negocio sólido.

Por otra parte, es de celebrar que la cuenca del Segura, a diferencia de otras, va a terminar el año sin entrar en alerta por sequía y por tanto sin restricciones al regadío. Tenemos margen para que nuestra agricultura efectúe una transición hídrica y energética ordenada y modélica.

[1] Encuesta incluida en el informe Valoración económica de las actividades agrarias en el Campo de Cartagena. Alberto del Villar, Mª Inmaculada López, Joaquín Melgarejo. Universidades de Alcalá y de Alicante. Octubre de 2020.